30 enero 2007

Ode to my family (Part III - El burro por delante)

Hace días venía completando el listado de 'Las 100 cosas sobre mí' que ví en el blog de mi amigo Jorge. Hoy lo terminé y como estoy en set de 'Ode to my Family', lo quiero publicar antes de que me arrepienta, entonces, me le meto como "el burro por delante" a mis hermanos, quienes sin duda también tendrán su espacio en este set.

Quiero entonces compartir con ustedes, 'Las 100 cosas sobre mí', como una forma de seguir los pasos al mito de Narciso y hacerme un auto post... Así las cosas, pues aquí les quedo:
  1. No me gusta peinarme. Me toma demasiado tiempo y casi nunca quedo conforme.
  2. Manejo como taxista o incluso como chofer de bus; le mento la madre al que se lo merece y frecuentemente bajo la ventana sólo para sacar la mano y hacerles pistola.
  3. Jugaba más al baseball, yermis, ponchados y prefería treparme a los árboles antes que jugar a las muñecas con las niñas del barrio.
  4. Me declaro impedida para cocinar; a duras penas cocino para no morir de hambre, pero no lo disfruto ni cinco.
  5. El plato más creativo que he preparado, fueron unos spaghettis verdes, teñidos con anilina para pastillaje.
  6. Puedo reparar casi todo lo que requiere de un destornillador o una llave inglesa.
  7. La mayoría de veces, me gusta bailar cachete con cachete, pechito con pechito y ombligo con ombligo, y de vez en cuando, se me cierran involuntariamente los ojitos.
  8. Empiezo a creer en que sí es posible enamorarse por Internet.
  9. Entro en pánico cuando veo cerca a cualquier insecto por insignificante que parezca.
  10. El sueño más bonito que recuerdo, lo tuve cuando era una niña y en él me veía corriendo con los pitufos por una ladera inmensa. (No, no eran de esos duendecillos).
  11. La pesadilla más horrible, fue una en la que había un león hambriento y muy feo debajo de mi cama.
  12. Rara vez recuerdo los detalles de un sueño, sólo puedo hacer una breve descripción de la historia, pero no punto por punto.
  13. Frecuentemente tengo algún deja vú y siempre que ocurren, me asusto porque creo que lo que le sigue es algo trágico.
  14. Casi todas las noches antes de dormir, le doy gracias a Dios por el día, por lo que tengo, por lo que soy, por la gente que quiero y por lo que ha de venir.
  15. Dije casi… Algunas veces no estoy de ánimo ni siquiera para hablar con Él, así que le digo “mañana hablamos”.
  16. Soy una enamoradiza empedernida, me gusta, me lo disfruto y me lo sufro como nadie.
  17. Participé en la primera versión de la ‘Niña Colombia’, en 1987, y me retiré antes del evento de coronación. (Gracias Señor por iluminarme).
  18. Me he emborrachado hasta no responder por mí, sólo en una ocasión; obviamente al día siguiente tuvieron que contarme qué había hecho, dicho y como nunca, ese día deseé que me tragara la tierra.
  19. Tengo más pares de zapatos que de calzones y lo peor de todo es que siempre utilizo los mismos 3 pares.
  20. Fui la encargada de pararme en la puerta y avisar si alguien se acercaba al salón de clase, mientras 2 de mis amigos conectaban unos cables, el día que electrocutamos al profesor de química.
  21. Bailo sola en mi habitación y canto más alto que el radio, cuando voy manejando.
  22. Le eché el cuento una vez al tipo que me gustaba. La cosa duró como un año.
  23. Mis gustos hacia el sexo opuesto, difieren bastante de los de la inmensa mayoría.
  24. Cambio la emisora, el cd o el canal, cada vez que suena alguna canción de Maná.
  25. He ido al fútbol un par de veces, y sigo considerándolo como el acto de amor más grande que he podido hacer por alguien.
  26. Ahh, también una vez fuí a toros, por la misma razón.
  27. En el bachillerato fuí porrista, tocaba la clave en la tuna y con una mentira intenté (sin resultados) ingresar al equipo de voleyball.
  28. Muy pocas cosas, por no decir nada me han hecho sentir oso.
  29. Fui pelirroja, rubia y pelinegra. Todavía estoy tratando de regresar a mi castaño natural.
  30. Llegué a los 18 feliz, pasé por los 20 como si nada, los 25 no me hicieron ni cosquillas, los 30 ni los sentí, pero me aterran los 31.
  31. No fui capaz de diseccionar al sapo en la clase de biología.
  32. Cada vez que me entero de que un exnovio se casa, se arrejunta o lo que sea, vivo como una segunda tusa que me dura un día.
  33. Me hice mi primer tatuaje a los 20, el segundo a los 30 y ya tengo visto el modelito del que me haré en los 40.
  34. Me encantan los cumpleaños de los demás, pero el día del mío, quiero que se pase el tiempo a mil.
  35. Engañada, me comí a ‘Pío’ en un sancocho; era mi mascota (un pollito) que un buen día creció, mientras yo seguía muy chiquita.
  36. Me parecía divertidísimo cuando el dueño de la casa en la que vivíamos llegaba a cobrar la renta y nos hacíamos los que no estábamos. Es triste, pero así fue por un tiempo; gracias a Dios, las cosas mejoraron y se le saldó la deuda al señor.
  37. Un día pillé a mis papás haciendo el amor (creo que aún estoy traumatizada) y ellos han estado a punto de pillarme en más de una ocasión (aunque creo que lo desconocen).
  38. Lo más fuerte que me he fumado en la vida, ha sido un cigarrillo sin filtro.
  39. He visto algunos videos porno y los disfruté, aunque empecé haciendo cara de ‘fuchi’.
  40. Tengo muy pocas pijamas oficiales; cualquier camiseta me resulta útil.
  41. Gracias al poder de la pestaña (leáse guiño de ojos), me eximieron de una multa de tránsito, no pagué por exceso de equipaje y me subieron la calificación en un examen.
  42. Escuchar ‘Idilio’ de Willy Colón, ‘Lucía’ de Serrat, y ‘Vasos Vacíos’ de Fabulosos Cadillacs, hacen que mi mente se transporte en una milésima de segundo a tres lugares y tres momentos inolvidables en mi vida y siempre me dejan una sonrisa en los labios.
  43. Celebro y sufro como propios los eventos por los que pasa la gente a la que quiero.
  44. Me encantan los argentinos, me ponen la piel de gallina. Ché, boludo, esa tonada que tenés…
  45. Algo muy similar me sucede con los españoles. Vamos tío, qué acento el que teneís.
  46. Tuve la suerte de cruzarme en la vida con un hispano-argentino. El que mueve los hilos allá arriba, me conoce bastante bien.
  47. Perdí mi virginidad (y la vergüenza) a los 19 años.
  48. Alcanzo a contar a mis verdaderos amigos con los dedos de una mano.
  49. Nunca he tenido cybersex; todavía no hay nada que me llame la atención de esa modalidad.
  50. Mi primer beso me lo dieron de sorpresa y arriconándome contra una pared a los 13 años. Estuvo sencillamente: wonderful.
  51. Me encantan los besos y prácticamente cuento en regresiva, el tiempo que falta para recibir el siguiente.
  52. No hay nada que no me cure una chocolatina.
  53. En dos meses, pasé de ocupar el puesto 49 al 5 en el ranking de alumnos de mi clase, todo por no perderme la excursión a San Andrés.
  54. Desde que alcancé la mayoría de edad y obtuve el derecho al voto, sólo he faltado una vez a una elección popular; motivo: viaje.
  55. Quiero donar todos los órganos que aún sirvan para algo el día que me muera.
  56. Quiero que me cremen y ojalá que alguien sea capaz de cerciorarse de que así lo hagan, no quiero aparecer luego sobre la mesa de alguna facultad de medicina.
  57. No me quiero morir.
  58. Me encanta el vino tinto.
  59. Odio el aguardiente.
  60. Dicen que soy buena actriz, (y no lo dudo) pero nunca seguí ese camino.
  61. Quise ser gimnasta olímpica, enfermera, azafata, ingeniera civil, publicista, y un montón de cosas más, antes de decidirme a ser comunicadora social.
  62. Le creo a la gente todo lo que dice hasta que me descubro engañada.
  63. Me es muy difícil recuperar la confianza plena cuando alguien me decepciona.
  64. Cuando tenía 17 años, me volví a orinar en la cama después de mucho tiempo (yo sé, nada que ver).
  65. Creí en el Niño Dios hasta los 7 años cuando descubrí a mi mamá empacando el mismo regalo que recibí la noche de navidad, de parte del Niño Dios.
  66. Me encanta ir a rumbear al Antifaz; cada vez, mi edad difiere más con la del público que concurre al lugar, pero creo que seguiré yendo aún a los 50.
  67. Podría alimentarme sólo de helados, chocolates y postres.
  68. Nunca logramos hacer volar el helicóptero que diseñamos con mi hermano para sobrevolar el patio de la casa de mi abuelita.
  69. Jamás le he sido infiel a alguien y sospecho que en cambio sí me han puesto los cuernos más de una vez.
  70. He estado dos veces en terapia psicológica con 10 años de diferencia, por la misma razón: un hombre, ¿lo peor? El MISMO hombre.
  71. Juro no volver a terapia psicológica por éso, al menos no por ése.
  72. Nunca me partí un brazo, una pierna, ni siquiera un dedo, pero siempre deseé tener un miembro enyesado.
  73. No he sido muy juiciosa con las dietas, me duran muy poco y caigo en las garras de la glucosa y el colesterol tarde que temprano.
  74. Me operaron de la vesícula, ya no tengo.
  75. Casi no cierran los puntos de la operación. A mi novio le dio por botarme al día siguiente de haber sido dada de alta.
  76. A los 8 años, me robé un muñeca (bastante fea) de un almacén, mi madre se dió cuenta y me hizo regresar a pagarla y a decirle a la cajera y al portero del almacén que yo la había robado.
  77. Según la historia de mi mamá, si yo no pagaba por la muñeca y no confesaba mi crimen, me subirían desnuda, con la muñeca a un columpio en el techo del almacén, y me colgarían un letrero del cuello que dijera “Ladrona”.
  78. Esa muñeca fue lo que recibí como regalo de navidad de ese año.
  79. La bicicleta que había pedido para esa navidad, aunque ya estaba comprada, apenas la recibí de cumpleaños 3 meses después.
  80. Desde entonces, jamás vuelto a robar ni una uva en un supermercado.
  81. Aunque trato de hacerme la fuerte, lloro por todo.
  82. Me encantan las rosas amarillas, aún cuando dicen significan traición.
  83. El regalo más lindo que he recibido de un novio ha sido un libro que se llama ‘El Cuerpo de Ella’, aunque en realidad es un poema de Jota Mario Arbeláez.
  84. Aunque mi cuerpo no se parece en nada al de la protagonista del poema, la dedicatoria que escribió, me hizo sentir que hablaban de mí.
  85. El peor regalo que he recibido fue en mis 15 años, recibí un cenicero; aunque había hecho un torpe intento a los 13, en ese entonces aún no estaba en mis planes fumarme un cigarrillo al día.
  86. Guardo una caja con los mejores recuerdos que he ido acumulando a lo largo de mi vida.
  87. En las vacaciones del colegio y la universidad, trabajaba como vendedora en almacenes de ropa.
  88. Sólo he dado 2 cachetadas en mi vida.
  89. Me encantan las películas de terror, voy exclusivamente a gritar, a llorar y a pellizcar, me las sufro de principio a fin, pero son lo máximo.
  90. El novio que tenía cuando cumplí los 15 años, se emborrachó en la fiesta y empezó a gritar que estaba enamorado de mi mejor amiga.
  91. No sirvo para marranear a nadie.
  92. Me han marraneado como a nadie.
  93. Al finalizar los semestres en la universidad, yo nunca estaba penando por una calificación.
  94. Odio las lentejas y la leche.
  95. Me mantuve a punta de lentejas y leche los 6 meses que duró mi práctica universitaria.
  96. Jamás he ofrecido un brindis en mi vida; me limito a decir ‘salud’.
  97. Soy mejor escribiendo que hablando, sin embargo no me quedo sin decir algo que tenga atorado en la garganta.
  98. Me considero una buena amiga y muy buena consejera.
  99. Es muy difícil para mí seguir mis propios consejos, aunque soy conciente de que me resultarían muy bien.
  100. Casi no termino este listado y aún no decido si lo publico o no. (Es como una radiografía de mí y me siento un poco vulnerable).

Bonus track: No soy muy valiente que digamos, pero sí, lo voy a publicar antes de arrepentirme.

22 enero 2007

Ode to my family (Part II - Papá)

Mi papá no es un personaje, es EL personaje.

Con sus casi 60 años, sus 1.80 de estatura y su panza interplanetaria, se pasea por la vida con un destornillador o alguna herramienta útil en la mano porque siempre considera que hay algo que necesita ser reparado, (ay Dios, las reparaciones...) entonces si no está detrás de la nevera, está trepado en el techo o serruchando alguna tabla para hacerle soporte a la vieja mesa del comedor.

Es el compañero eterno de mi madre y lo ha logrado gracias a su infinita paciencia y al amor que se profesan mutuamente. Es un padre amoroso que a su particular manera, ha sabido apoyar a cada uno de sus tres hijos cuando ha sido necesario.

En mi mente guardo hermosos recuerdos de cuando él aún era mi héroe, recuerdo mucho que de pequeña, cuando mi madre me regañaba yo corría a refugiarme en el enorme pecho de mi papá y él me abrazaba con sus prolongados brazos hasta que el llanto desaparecía de mis ojos.

El tiempo ha pasado y aunque no he sido la mejor amiga de mi padre, lo amo y lo respeto como a pocas personas en el mundo; con sus silencios y sus miradas claras, aprendí la diferencia entre lo que estaba bien y lo que estaba mal, nunca necesitó decir mucho para que yo lograra entender lo que pensaba acerca de una situación en particular. Pero cuando finalmente habla este señor, la mejor inversión que uno puede hacer para su propia vida, es mantener la boca cerrada y escuchar sus sabios consejos, ya que sin duda alguna, tarde o temprano uno termina aplicándolos y agradeciendo el día en que él decidió compartirlos como hace un gran maestro con sus pupilos.

14 enero 2007

Ode to my family (Part I - Mamá)

Casi todos los seres humanos coincidimos en una cosa: cada uno de nosotros cree que tiene la mejor mamá del mundo y lo mejor es que todos tenemos razón.

Yo insisto y usted me perdona, pero mi madre (y con el respeto que me merece la suya) es la mejor de todas, ella la sacó del estadio desde ese 1 de noviembre de 1971 cuando dió a luz a mi hermana mayor y presentó su ópera prima; desde ese entonces no ha dejado de especializarse en el que para mí es el mejor de los oficios que pudo haber elegido: ser mamá.

Mi madre es una mujer que ya obtuvo la vela Nº 5, la primera de las dos que se ponen en el pastel a la hora de cantar el happy birthday (me reservo el dato exacto, porque quiero sobrevivir a la publicación de este post).

Esta señora siempre tiene a mano una solución práctica para cualquier asomo de problema, sea éste propio o ajeno, más aún si es el de cualquiera de sus pollitos (sus 3 hijos), ella está atenta a encontrar cualquier detalle que pueda indicarle que alguno de ellos tiene la más mínima complicación, para correr diligentemente a tratar de solucionarlo no sin antes acogerlo en sus cálidos brazos y propinarle uno de sus ya clásicos e inentendibles consejos maternales.

Mi mamá casi, (léase bien) casi siempre tiene la razón cuando uno al fin logra dilucidar la moraleja dentro de las millones de cosas que es capaz de decir en un alucinante récord de 60 segundos; tiene una mente tan ágil que puede estar en muchos lugares a la vez; en el mismo espacio de tiempo, es capaz de continuar con su trabajo de secretaria, enterarse de cómo está el resto de la familia (por lejos que se encuentre), coordinar a control remoto la movida del almuerzo en casa, planear las vacaciones familiares, elegir el próximo pantalón que le obsequiará a mi padre, visualizar en su mente cómo está quedando la sala de la casa con la remodelación, enseñarle algunas de sus recetas a la interesada de turno, treparse en el armario para encontrar el cubrelecho perdido y rociar trocitos de chocolate al tiramisú que está por poner en la nevera. Ella fue la que le enseñó todas esas artes de la cuales se han jactado la Mujer Araña, Nikita, la Mujer Maravilla, Xena, Evita Perón, Margareth Tatcher, Lady Di, La Madre Teresa de Calcuta y Condolezza Rice. Sí señor, va la madre si no fue mi madre su maestra consagrada.

Si yo no soy una delincuente hoy en día, es gracias a mi mamá; de verdad que le dí sus buenos dolores de cabeza o jaquecas (como dice ella), pero siempre se las ingenió (y sigue haciéndolo) para tener la palabra precisa, el consejo perfecto, la mirada indicada, el beso exacto y la anécdota necesaria, para resolver todas las dudas e inquitudes de cualquiera de los miembros de su gabinete, empezando por mi papá (siguiente entrega).


P.S. Lo juro, acabo de tomar la foto mientras terminaba este post y sí... encontró espacio para meter un atado de al menos 1m. x 1m.




05 enero 2007

El delicioso sabor de la primera vez, otra vez

Éste es el primer post del 2007.Teniendo en cuenta éso, es fácil pensar que es la primera vez en este año que me siento a hacer juiciosa la tarea de actualizar mi blog. Jajaja, suena tonto, lo sé, pero me sirvió para recordar mis muchas primeras veces.

"Siempre hay una primera vez" dice la gente y aunque hay cosas que son tan simples y mecánicas, se puede considerar que se hacen por primera vez cada que uno quiera y de igual forma se disfrutan. I mean...

Inicié este post pensando en que era el primero del año, aún cuando ya he escrito varios y vienen otros tantos. Por otra parte, el primer abrazo del año nuevo, como ya viene siendo costumbre se lo doy a mi hermano, por un viejo agüero que dicta que hay que abrazar a una persona del sexo opuesto para que no falte el amor (bueno, creo que ésto variará de acuerdo con las preferencias sexuales de cada sujeto); el primer desayuno del año es siempre una gran taza de caldo de costilla, pollo o pescado en la cocina de la casa de mi abuela, en donde nos la ingeniamos pa caber los 20 gatos que nos reunimos cada año a recibir el año nuevo; el primer deseo que pido a la primera uva de la noche vieja es siempre el mismo, aunque con los retoques que trae la experiencia. Ésto es sólo pensando en las costumbres típicas del año nuevo.

Pero el delicioso y repetido sabor de la primera vez, también aplica pa' las muchas otras cosas que uno cree que hace por primera vez en la vida y que jamás se repetirán. Por ejemplo, cuando uno se enamora por primera vez, cree que nunca jamás en la vida volverá a sentir esas maripositas en el estómago, que con su aleteo le hacen perder la mirada en el infinito; la próxima vez que se enamora, puede llegar a jurar que es como la primera vez. Qué me dice de esa ocasión, en la que al día siguiente de pegarse esa primera borrachera y con el vaso de Alka-Seltzer en mano y oliendo a vómito, hace la típica promesa de jamás volverse a tomar un trago en la vida; la próxima borrachera, le aseguro que lo hace olvidarse de la anterior porque "es la primera vez que me emborracho".

Y ni hablar de los dulces placeres de la vida. La primera vez que entrega su humanidad y depués de los correspondientes golpes de pecho, habiendo superado ya el trauma por perder lo que con tanto ahínco su madre cuidaba, puede llegar a pensar que difícilmente se repetirá una experiencia tan deliciosa como ésa; pero pues, como es bien sabido, la próxima estará mejor y considerará a cada nueva práctica como la verdadera primera vez, por los diferentes motivos que su razón o corazón le hagan exponer.

Con todo ésto y no sé si coincida usted conmigo, puedo decir que no hay nada mejor como el delicioso sabor de la primera vez, otra vez.