17 diciembre 2010

La impertinencia de la muerte

Curiosamente, el primer post después de la resurrección de este blog, es sobre la muerte...

Uno de mis más grandes miedos (si no el más) desde que decidí cambiar de huso horario, era el que me generaba pensar en el dolor que me causaría la muerte de un familiar y el cómo lo debería afrontar, a control remoto, desde el otro lado del charco... Sigue siendo uno de mis grandes miedos.

Hace pocos días recibí la inesperada noticia de que mi abuelita paterna había sido ingresada en el hospital y que ya estando allí, por unas complicaciones, sufrió una serie de isquemias que la dejaron inconsciente y con medio cuerpo paralizado. A su edad (86 u 88) no era un buen pronóstico, así que los médicos nos advirtieron lo peor. Y en efecto, lo peor no se hizo esperar...

Si se ve desde el lado positivo, fue bueno que sucediera pronto y que eso signifique que no se pasaría el tiempo (del cual ella ya desconocía su existencia) en una cama de la UCI conectada a tubos y a cables. Pero claro, la muerte no sabe lo que es la pertinencia y siempre, siempre nos tomará por sorpresa.

El año pasado, cuando fui por estas fechas a mi país, la vi por última vez en Barranquilla y el más reciente recuerdo que tengo de ella, me remite a una noche en una cena en la casa de mis tíos y en la que un grupo de millo (algo como ésto) del que hace parte un primo mío tocó por un largo rato haciéndonos bailar a todos sin excepción, pero quien sin duda más se gozó la fiesta fue ella, mi abuelita, quien ataviada con un sombrero 'vueltiao' no paraba de bailar y aplaudir y era la que siempre que terminaba una canción pedía otra y otra más.

Curiosamente no recuerdo el momento en el que me despedí de ella cuando me llevaban al aeropuerto para viajar a Bogotá y seguir con la visita por mi tierra, pero sí recuerdo que antes de subirme al coche, empecé a llorar sin razón aparente. Cuando mi marinovio me preguntó por el motivo del llanto, sólo atiné a decirle que sentía que no iba a volver a ver a mis abuelos y hace dos días, la impertinencia de la muerte, así me lo confirmó.

                                                                               Mis abuelitos y yo. Foto de esa noche 

29 noviembre 2010

Resurrección


Pues sí señores, si Lázaro resucitó y el ave Fénix resurgió de sus cenizas, este blogcito no podría ser menos. No se iba a dejar echar tierra así no más y aunque tuvo que esperar un  poco, finalmente logró desenterrarse, sacando primero una mano pálida y fría (al mejor zombie style).

Dicho lo dicho, señoras y señores, me place informar que este blog ¡ha resucitado!... La vida de quien lo escribe  ha cambiado significativamente y quizá por eso, me volví más reservada, egoísta y celosa con las cosas que en algún momento pensé que sólo me pertenecían a mí, pero no tardé en darme cuenta de que el hecho de que las comparta, no significa que dejen de pertenecerme.  

También, y como era de esperarse, el llamado de las letras y de la vida 2.0 se hizo escuchar y aquí estamos de nuevo, mis senos, mis sesos y yo, esperando no defraudar a nadie.